Ha desarrollado toda su carrera profesional en la multinacional eléctrica. Tras más de 20 años en la dirección de Compras del grupo Iberdrola, ¿cómo ha ido evolucionando su departamento hasta llegar al nivel de competitividad actual?
A pesar de permanecer durante tanto tiempo en el mismo cargo y en la misma empresa, tengo la sensación de haber desarrollado una carrera profesional de permanente cambio.
En estos años he asistido a cambios en lo funcional, en lo geográfico y en lo tecnológico.
Si empiezo por lo tecnológico, en 2001 los procesos de licitación se gestionaban en papel. La progresiva implantación de tecnología ha transformado radicalmente la forma de trabajar desde lo analógico a lo digital. Hoy en día estamos en vanguardia del uso de la tecnología disponible, con una plataforma “cloud”, procesos robotizados y uso extensivo del dato para la toma de decisiones.
En lo geográfico, hemos pasado de un entorno básicamente local, en mercados de compra y en destino de nuestras compras, a un entorno global. Actualmente compramos para un gran número de países y desde un gran número de países.
Y por último, hemos asistido a un cambio radical en la función. De ser un soporte administrativo a los procesos de aprovisionamiento, a convertirnos en creadores de valor para que nuestros negocios generen casos de negocio ganadores. Hemos pasado de transaccionales a estratégicos. En los últimos 20 años el comprador ha pasado de ser un administrativo que emitía pedidos a ser un especialista en su categoría que aprovecha la tecnología disponible para añadir valor al negocio.
La COVID-19 habrá causado retrasos en los contratos con los proveedores. Desde escasez de materias primas hasta retrasos en las entregas. ¿Cómo han resuelto estos inconvenientes en las cadenas de suministro para satisfacer la demanda logística?
La crisis de la COVID-19 nos ha enfrentado a todos a situaciones que nunca habíamos vivido. Y su salida está también resultando excepcional en el comportamiento de los mercados.
Nuestra actividad de aprovisionamiento se dedica fundamentalmente a construir y, por lo tanto, no se ve afectada significativamente por parones coyunturales en la demanda.
Por ello, nos comprometimos a no parar e incluso incrementar nuestro volumen de compromiso de compras. Fue nuestra forma de contribuir a paliar el impacto de la pandemia en la actividad empresarial.
Vimos cómo fábricas de nuestros suministradores se veían afectadas temporalmente, pero lo cierto es que, en general, las fábricas no pararon por periodos largos, así que no sufrimos retrasos significativos en los suministros. También algunas obras se vieron afectadas por periodos de tiempo, en todo caso breves.
Creo que realmente fuimos una bombona de oxígeno para impulsar actividad industrial y mantenimiento de empleo en aquellos meses tan duros.
Pero el impacto más fuerte se está produciendo en la salida de la crisis.
Asistimos a un desajuste entre oferta y demanda que está llevando los precios de algunos productos muy importantes aniveles insoportables y, además, se está produciendo escasez de productos. En fin, vivimos en una fuerte tensión y esto está afectando a toda la industria deforma global.
El precio de la luz continúa su escalada de forma estratosférica. ¿Cuáles son las razones de esta subida frenética de la tarifa regulada? ¿El aumento del precio del gas? ¿El aumento del precio de las emisiones de CO2?
Las tensiones en los precios de la electricidad tienen mucho que ver con este desajuste entre oferta y demanda que comento. El precio del gas se ha disparado, como también está pasando con el acero, el cobre, el aluminio, los fletes, etc. Está afectando globalmente y muy especialmente a los países europeos.
El precio del gas está arrastrando al precio de la electricidad en toda Europa.
En España, debido a la singular fórmula de cálculo del Precio de Venta al pequeño Consumidor, toda la volatilidad del precio se está trasladando a este segmento de consumidores.
En otros países, los pequeños consumidores tienen tarifas reguladas que se fijan para periodos largos de tiempo y por lo tanto no son volátiles.
El impacto de la subida del precio del certificado de CO2 es menor y puede ser neutro para el consumidor final si la recaudación extra del Gobierno por la venta de estos certificados se revierte al sistema tarifario.
La reforma energética aprobada por el Gobierno parece más estructural que coyuntural. Este intervencionismo choca frontalmente con las reglas de libre mercado.
Las medidas que tome el Gobierno en esta materia deberían respetar el mercado y dirigirse directamente a proteger a los consumidores más vulnerables. No hay que hacer cambios estructurales para problemas coyunturales.
En el medio plazo, la penetración de las renovables es la solución para mitigar el impacto de la evolución de los precios de los combustibles fósiles y dotar de independencia geopolítica al sector energético nacional.
En la coyuntura, se pueden implantar ayudas a los colectivos más vulnerables. Hay fondos para hacerlo simplemente aprovechando la recaudación extraordinaria por derechos de CO2, IVA e impuesto de la electricidad.
Las reglas del mercado eléctrico y los mecanismos de incentivos a la descarbonización, es decir, el mercado de derechos de CO2, llevan funcionando adecuadamente muchos años. Deben respetarse.
Las nucleares, las eólicas, las fotovoltaicas… Todas están afectadas por la reforma. Con todo esto, ¿quién pagará la “fiesta”, las eléctricas o los consumidores?
Inevitablemente, un gas caro al final lo pagarán los consumidores.
No puede ser de otra forma. Igual que los costes de todas las materias primas acabarán en los precios finales del consumidor. La competencia ajusta los beneficios empresariales a rentabilidades razonables y la oferta tiende a recuperar sus costes con ese margen razonable.
En todo caso, en el medio plazo los costes deben volver a niveles razonables y, por ello, es importante que se establezcan medidas temporales de protección a los vulnerables. Eso sí, por fuera del mercado.
Este panorama puede poner en riesgo la atracción de capital en el sector, que irá a buscar mercados más estables. ¿Tiene alguna fórmula mágica para quitar tensión a la situación energética en España?
El sector eléctrico tiene que realizar importantes inversiones para acometer la transición energética.
Las necesidades de financiación son ingentes. La comunidad global de inversores tiene apetito por este sector, pero necesita seguridad jurídica.
Hay muchos países donde invertir. Si queremos asegurarnos la transición energética, necesitamos marcos jurídicos confiables. No hay fórmulas mágicas, basta con la estabilidad jurídica y regulatoria. |