Presidente de CEOE

EL PRESIDENTE DE LA CONFEDERACIÓN ESPAÑOLA

DE ORGANIZACIONES EMPRESARIALES

APUESTA POR LA COLABORACIÓN

PÚBLICO-PRIVADA DE CARA A LA RECUPERACIÓN ECONÓMICA.


D. Antonio Garamendi

La pandemia que sufre el mundo entero ha provocado un fuerte shock económico. Muchas empresas han desaparecido. ¿Qué estímulos propone la patronal para dinamizar el tejido productivo?

Acabamos de prorrogar los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTEs), pero ya dijimos que, pese a todo, no sería suficiente para superar esta crisis. Las empresas son el motor de la economía y, además de hibernar a aquellas que no pueden funcionar con normalidad en estos momentos, sería necesario poner en marcha estímulos para que las demás tiren de la actividad. Esta necesidad, además, conecta con la posibilidad de hacer de la necesidad virtud, y aprovechar esta crisis para modernizar el tejido productivo y hacerlo más competitivo, productivo e inclusivo.

La forma de hacerlo es, de un lado, seguir combinando medidas que garanticen la seguridad de los ciudadanos en los centros de trabajo. La prioridad es poder seguir funcionando sin vulnerar lo que dicten las autoridades sanitarias. A continuación, como ya han señalado tanto el Banco de España como el FMI, es necesario mantener los estímulos desplegados para que el crédito siga fluyendo a empresas y familias.

Además, nos adentramos ya en la tramitación de los Presupuestos Generales del Estado para 2021, y es el momento de no caer en gastos estructurales que lastren las cuentas y limiten los recursos necesarios para poner en marcha inversiones y otros gastos productivos.

En este sentido, consideramos que hay que reforzar las inversiones contando con la colaboración público-privada. Esperamos que tras plantear unos 200.000 millones de euros en la casilla del techo de gasto presupuestario, el grueso de los recursos se depositen en partidas que puedan tener un efecto multiplicador o que permitan una fiscalidad más competitiva para nuestras empresas.

Pero si esto es importante, aún más lo va a ser el hacer un buen uso de los fondos europeos para la reconstrucción que regarán a España con 140.000 millones de euros durante los próximos años. Europa nos ha marcado ya tres vectores de actuación: la reindustrialización, la digitalización y la transición ecológica. Las tres tienen una amplia capacidad dinamizadora de la actividad empresarial y desde CEOE hemos puesto en marcha la Oficina Técnica de Apoyo a los Proyectos Europeos para acercar estos fondos alas empresas que quieran beneficiarse de ellos.

 

Parecía que el acuerdo sobre los ERTEs se resistía, pero después de intensas negociaciones CEOE ha aceptado la prórroga hasta el 31 de enero. ¿Por qué en un principio no querían ofrecer el aval empresarial? ¿Qué novedades incluye el nuevo marco con respecto al anterior?

La resistencia inicial era clara: no podíamos permitir que ninguna empresa ni trabajador se quedara atrás. Sin embargo, el Gobierno trató hasta el último momento de plantear un esquema de ERTEs que dejaba fuera a empresas de importantes sectores de la economía. Al final no fue así.

Una de las novedades en este sentido es una nueva tipología de ERTEs para empresas que vean limitada su actividad normal por causa del COVID-19. Para ellos habrá exoneraciones de cuotas de hasta el 100% el primer mes, que luego irán descendiendo en los siguientes meses.

Además, las empresas que estén dentro de las cadenas de valor de los sectores más afectados por la pandemia, que tendrán prácticamente blindados sus ERTEs por fuerza mayor, podrán acogerse también a esta prórroga y beneficiarse de exoneraciones.

 

¿Y qué pasa con los autónomos? ¿Son suficientes las subvenciones y beneficios fiscales implementados para ellos?

Por ahora, el acuerdo también da un balón de oxígeno hasta el 31 de enero, momento hasta el que se prorrogan las actuales ayudas. Daremos la batalla para que tampoco los autónomos queden desprotegidos en ningún momento.

 

Por otra parte, si bien es cierto que el teletrabajo era cada vez más utilizado antes de la pandemia, la coyuntura excepcional en la que nos encontramos ha generalizado forzosamente esta modalidad. Esta regulación tampoco es fácil. ¿Se deben modificar los contratos de los trabajadores? ¿Y los convenios colectivos?

Ésa es otra de las batallas de los últimos meses. Tal y como se firmó el acuerdo sobre el trabajo a distancia, finalmente no se aplicará al teletrabajo motivado por el COVID-19. Aquellas empresas que han tenido que recurrir por ello al teletrabajo, obviamente tendrán que seguir asumiendo la necesidad de proporcionar material y sufragar consumibles a las empresas.

La aplicación del teletrabajo en un estadio posterior sí tendrá que pasar por la negociación colectiva; espacio en el que deberá hacerse un diagnóstico de los gastos y costes a sufragar y de cómo hacer el reparto.

 

En cuanto a los Presupuestos, deberían haber llegado al Congreso antes del 30 de septiembre. No podemos entrar en enero de 2021 con unas Cuentas de 2018. ¿Corremos el riesgo de perder las ayudas europeas contra la crisis?  

En efecto, debemos pensar que las ayudas europeas son un apoyo muy importante que, como era de esperar, conllevará una serie de condicionalidades. Sin duda, Bruselas espera que seamos capaces de dibujar una senda de consolidación fiscal creíble y que empleemos los recursos fiscales disponibles para dar tracción a la economía y no tanto para engordar el gasto estructural. Si asumimos esas pautas, no debería haber ningún problema.

 

Los próximos meses son críticos y van a exigir mucho diálogo. ¿Qué asuntos requieren una negociación urgente para la reconstrucción del país? ¿Y a largo plazo para que las empresas ganen confianza y generen empleo de calidad?

En la actual coyuntura es difícil hablar de corto, medio o largo plazo. Quizás las necesidades más urgentes eran aquellas que se tenían que haber abordado años atrás con altura de miras. Pero aunque puede que lleguemos tarde, tenemos que abordarlas de inmediato. Me refiero a los retos de la digitalización, la sostenibilidad o la formación profesional.

La crisis del COVID-19 ha acelerado los procesos de innovación y digitalización, el comercio electrónico o el trabajo a distancia del que hablábamos, tanto en el ámbito público como en el privado. Ése es un camino que debemos seguir transitando.

Lo mismo ha ocurrido con la formación. En este caso, no sólo vamos a tener que hacer un sobreesfuerzo para capacitarnos todos para asumir el cambio tecnológico que ya está aquí, sino que el modelo productivo va a sufrir transformaciones durante los próximos años que van a requerir también que la fuerza laboral se forme, se recicle y se actualice para dar cobertura a las necesidades que se vayan detectando en los diferentes sectores.

Todo eso es de lo que ahora tenemos que hablar. Todo eso, el futuro del país, es lo que tenemos que llevar al diálogo social y político.

 

Para finalizar, y al margen de la ansiada vacuna, si tuviese una clave para volver ala normalidad, ¿cuál sería?

Creo que no hay una sola receta, pero si tuviera que resaltar algo sería la unidad y la capacidad de adaptación. Sólo desde la unión de nuestras fuerzas, a todos los niveles, porque esta pandemia nos ha golpeado a todos sin distinción, podremos superar con éxito esta situación. Pero, especialmente, si lo que tenemos ante nosotros es un panorama de incertidumbre tan elevada, vamos a necesitar al menos en el ámbito empresarial las mayores cotas de flexibilidad posible. Por eso, caminar hacia la derogación de la reforma laboral, por ejemplo, supondrá frenar la recuperación. Y no sólo eso; desde nuestra visión de empresarios, tendremos que ser creativos y afrontar con rapidez retos como los avances tecnológicos, y apostar de forma decidida por la formación permanente y el reciclaje de los trabajadores.