Presidente de la Asamblea General de AFBEL

“Nuestro sector genera alrededor de un 0,5% del PIB español y da empleo (entre directo e indirecto) de alta cualificación a más de 30.000 trabajadores”


DESDE SUS ORÍGENES EN EL SENO DE SERCOBE, AFBEL ES LA VOZ DEL SECTOR DE BIENES DE EQUIPO ELÉCTRICOS DE ALTA Y MEDIA TENSIÓN.


D. Guillermo Amann --

¿Qué cifras definen a la Asociación Española de Fabricantes de Bienes de Equipo Eléctricos de Alta y Media Tensión, a cierre de 2018?

Somos un sector de tamaño moderado, pero de gran capacitación y competitividad tecnológica.

La facturación consolidada en 2018 ronda los 5.000 millones de euros, de los que una tercera parte se han conseguido en el exterior.

Desde 2015 crecemos a ritmo sostenido, tanto en el mercado doméstico como en exportación. Podemos decir que 2018 ha sido un año razonablemente bueno.

Pero hay un dato que merece la pena resaltar; generamos alrededor de un 0,5% del PIB español y damos empleo (entre directo e indirecto) de alta cualificación a más de 30.000 trabajadores. En los peores años de la crisis, entre 2011 y 2014, mantuvimos el empleo muy por encima de las bajadas de facturación. El sector resistió la crisis sin deshacerse significativamente de su principal activo: sus profesionales.

En virtud del Acuerdo de París, nos hemos comprometido al reto de la descarbonización de la economía. ¿Cómo contribuyen las redes eléctricas a este proceso?

La Conferencia de París es un acuerdo global que nos compromete a todos. Hay que ser muy necio para ignorar el desafío que el calentamiento del planeta supone para todos nosotros y, mucho más, para los que nos suceden. Descarbonizar la economía no es una opción; es un deber ineludible.

Gracias al desarrollo tecnológico que en nuestra industria de bienes de equipo eléctrico hemos sido capaces de crear valor, se ha habilitado una sólida tecnología en el campo de la generación eléctrica de origen renovable. Hemos conseguido que nuestro país tenga un mix energético muy saludable.

Como consecuencia, hemos consolidado una industria próspera, competitiva internacionalmente, que concatena toda la cadena de valor desde la fabricación del producto y sus componentes necesarios, hasta el transporte, la distribución, la entrega de la energía y la puesta en servicio del producto final que el consumidor percibe en nuestro país como algo fiable, perdurable y confiable. ¡Casi nada!

Seamos objetivos. España tiene una de las mejores redes eléctricas de transporte de alta tensión del mundo. Mejorable, naturalmente que sí, sin duda, pero muy buena. Y una red de distribución muy mejorable, en la que hay que invertir. Pero que no tiene nada que envidiar a nuestros vecinos europeos.

Ahora bien, sin retribución justa no hay inversión.

No hay que darle más vueltas. El transporte y la distribución de electricidad son sectores regulados. Son monopolios naturales.

Los nuevos retos exigen inversiones y el modelo de negocio ha cambiado porque lo tecnología exige digitalizar. Y la digitalización exige cambiar sustancialmente el paradigma de la retribución.

El futuro es eléctrico. No hay otra opción. El vector energético eléctrico, limpio y renovable, es el único que ha demostrado su capacidad para descarbonizar la economía de forma competitiva.

Siendo objetivo, no hay otra opción.

De modo que las nuevas tecnologías van a jugar un papel muy importante en esta transición.

La crisis, la gran crisis, nos hizo fuertes. Nuestra industria de bienes de equipo eléctrico no es una banda de advenedizos. Es un grupo de fabricantes que apuesta por el desarrollo de la tecnología; con lo que eso cuesta.

Somos vulnerables, sin duda; pero competitivos en todos los sentidos y en todos los mercados.

Por vueltas que le demos, no hay otra opción. La liberalización del sector eléctrico y la descarbonización de la economía nos llevan ineludiblemente a la digitalización de las redes eléctricas: no hay alternativa.

Y nuestra industria está ahí, a la vanguardia. Competimos por todo el mundo porque supimos adaptarnos creando tecnología competitiva y haciendo lo que muy pocos hacen.

La Agencia Internacional de la Energía asegura que la electricidad será el elemento clave del proceso de transformación. Pero, a día de hoy, ¿es sostenible nuestro modelo de negocio?

Sin ninguna duda. Claro que el vector eléctrico es el único que puede sostener el modelo energético. Nuestro país lo ha hecho bien; con luces y sombras, pero bien en general.

No sé cómo se puede decir para que todos lo entiendan, pero hay cosas a las que no hay que darle más vueltas: o electrificamos la economía o el planeta se va al carajo.

Sólo será sostenible nuestro modelo social y económico si ponemos en servicio un sistema energético sostenible, electrificado y basado en una red eléctrica digitalizada.

Los modelos de negocio son eventuales, vienen y van. Sólo una cadena sólida del valor del producto final hace sostenible la realidad del servicio; sea el que sea. Y sólo un modelo retributivo, justo y razonable hace sostenible al sistema.

Se puede decir más largo; pero no más claro.

En 2020 finaliza la vigencia del Protocolo de Kioto. ¿Qué acciones llevan a cabo desde la Asociación para concienciar a la industria de bienes de equipo para cumplir con los objetivos medioambientales?

Kioto no tiene fecha de caducidad; salvo para algún necio.

No debemos quedarnos con quien se escuda en sus contradicciones para obviar la evidencia.

El sector, en general, está comprometido con el desarrollo sostenible. ¿Cómo no lo iba a estar? Y nuestro país lo está desde hace mucho tiempo.

No es nada que tenga que ver sólo con nuestra industria de bienes de equipo; es un compromiso de todo nuestro sector eléctrico.

Tenemos que ser capaces de adaptar nuestro modelo energético de la economía al vector eléctrico como modelo. Y para que eso sea tecnológicamente factible es necesario adaptar nuestras redes de transporte y distribución al modelo digital.

Cuanto más electrifiquemos nuestra economía más cerca estaremos del objetivo de la descarbonización de nuestra sociedad.

Para facilitar la entrada de las renovables será necesario hacer una gran inversión en las redes, sobre todo de Baja Tensión. ¿Estamos preparados para afrontar el futuro?

Nuestra industria está preparada para todo. Hemos invertido en tecnología cuando peor estábamos y competimos en el exterior con las multinacionales de primer nivel.

Claro que hay que invertir en baja tensión. La gran olvidada.

Pero no olvidemos al resto de le red. La generación distribuida (si algún día se despliega con lógica de eficiencia energética y no política), la infraestructura de carga del vehículo eléctrico y todos los servicios que seamos capaces de proporcionar a los consumidores en cuestiones que de forma tangible afecten a su economía y bienestar, son compromisos a cumplir.

Todo ello compromete inversiones en la red eléctrica, en todos sus niveles de tensión.