La nuclear está de enhorabuena. Bruselas la ha incluido en la Taxonomía de la UE.
Personalmente destacaría que se ha impuesto el criterio científico y técnico a otros posicionamientos y eso es para nosotros, entre muchas otras cosas, un motivo para el optimismo.
Si hacemos algo de repaso a todo este proceso, no debemos olvidar que la Comisión Europea encargó a su cuerpo científico (Centro Común de Investigación de la UE) la realización de una evaluación técnica para conocer el impacto de la energía nuclear en el medio ambiente. Este informe concluyó que la nuclear tiene el mismo impacto en el medio ambiente y en la salud de las personas que otras tecnologías ya incluidas en la taxonomía como actividades que apoyan la mitigación del cambio climático.
De hecho, junto a la eólica, la nucleares la fuente de energía que menos CO2 emite a la atmósfera en todo su ciclo de vida. Por lo tanto, desde el punto de vista científico y medioambiental, no hay razones fundamentadas para que no se considere verde en la taxonomía de la UE. Si el enemigo común es el calentamiento global y nuestro objetivo es ir reduciendo las emisiones de CO2, la energía nuclear tiene mucho que aportar.
De todas maneras, no olvidemos que, a pesar del importante paso al frente dado por Europa, corresponde a cada uno delos estados miembros definir su estrategia energética. Y en España, recientemente, una ministra calificaba de “populista” la energía nuclear. A lo que nosotros, que vivimos cada día esta fuente de energía, podríamos decir que populista es no tener en cuenta los criterios técnicos y científicos y, por desconocimiento o por ideología, continuar defendiendo una postura que nos aleja de un sistema eléctrico socialmente sostenible, con garantía de suministro, compromiso medioambiental y competitividad empresarial.
¿Qué cree que ha pesado más en esta decisión, la urgencia del cambio climático o la invasión de Ucrania?
En mi opinión, sin duda la emergencia climática. La Comisión Europea propuso la taxonomía verde para fomentar aquellas actividades que son sostenibles y tienen el mínimo impacto en el medioambiente. Todo este proceso lleva ya un tiempo moviéndose en las instituciones europeas aunque, por supuesto, es incuestionable la urgencia que está provocando el conflicto en Ucrania sobre la necesidad de construir una estrategia energética sostenible y robusta en los países europeos para ser algo menos dependientes, mantener la capacidad energética intacta y con ello garantizar el bienestar de la sociedad manteniendo la competitividad de nuestra economía.
Debemos recordar que, a día de hoy, la nuclear produce el 50% de la energía eléctrica baja en emisiones de CO2 de la Unión Europea. A esto tenemos que sumar que la hoja de ruta de la UE prevé que la demanda de electricidad se duplique de aquí al año 2050.
Necesitamos más energía, pero a la vez nos ponemos retos cada vez más exigentes en cuanto a emisiones. Y para ello ingenieros, científicos, y también los políticos, saben que una sola fuente de energía no puede cubrir todas nuestras necesidades. Es imprescindible contar con una cesta energética equilibrada basada en fuentes bajas en carbono que garantice un suministro estable, económico, seguro y sostenible. Disponer de suministro energético (y tristemente las actuales circunstancias lo están haciendo especialmente evidente) es una necesidad de base para los ciudadanos, para la economía, para el país. Por favor, que las decisiones se tomen en base a esta necesidad, no en base a criterios electorales o cortoplacistas que después vamos a sufrir todos.
Necesitamos toda la energía libre de emisiones que tengamos, necesitamos investigar, necesitamos que crezcan las renovables; pero no busquemos enfrentamientos técnicos que no existen. La realidad es que las renovables necesitan un complemento que les apoye frente ala disponibilidad variable y que refuerce la seguridad de suministro en los sistemas eléctricos en las que son implantadas. Soluciones para este respaldo a fecha de hoy sólo hay dos, combustibles fósiles o energía nuclear.
De modo que al considerarse la energía nuclear como energía “verde”, se beneficiará de las ayudas para actividades económicas medioambientalmente sostenibles.
El objetivo de la taxonomía verde, como decía antes, es reconocer aquellas actividades económicas que son sostenibles y tienen el mínimo impacto con el medio ambiente. También es un mensaje a inversores sobre qué fuentes de energía ayudan a luchar contra el cambio climático para fomentar mayor inversión en estas industrias e ir reduciendo nuestra dependencia de los combustibles fósiles.
Si la nuclear no hubiera entrado en la taxonomía quiere decir que no entrarían los proyectos de fusión nuclear como ITER ni la operación a largo plazo de las centrales defendida por la IEA (Agencia Internacional de la Energía) como el modo más barato y sostenible de producción de energía para cualquier país. Tampoco los SMR (Small Modular Reactors), que serán clave en la producción de hidrógeno verde, desalinización y descarbonización de las grandes urbes europeas…
Además, dejaríamos fuera de la estrategia tecnologías clave en el plan de descarbonización de Europa y fomentaríamos la dependencia de combustibles fósiles y de terceros países que pueden generar incertidumbre e inseguridad energética.
El futuro de la energía nuclear, como en todo, pasa por su viabilidad económica y competitiva a largo plazo, con unas políticas aplicadas en materia energética consistentes, coherentes y con una visión a largo plazo.
Esta estrategia es la que se está adoptando en muchos países del mundo que cuentan con la nuclear en su cesta energética posicionándola como fuente de energía competitiva, fiable y limpia; no sólo en Asia y América, sino también en Europa.
Porque no nos equivoquemos, las centrales nucleares ya habían vuelto al radar de las inversiones antes de la publicación de la taxonomía. Una cosa es el panorama que tenemos en España, pero si ampliamos el objetivo la perspectiva en el mundo es bastante diferente.
El Organismo Internacional de Energía Atómica prevé un escenario en el que la producción de energía nuclear se duplique hasta 792 gigavatios eléctricos en 2050, un 10% más de lo que preveía para ese año en su último cálculo de 2020. Y esta predicción se ha hecho antes de la catalogación europea. China va a construir 150 nuevos reactores en 15 años. En EEUU, sus principales foros de energía hablan de la construcción de hasta 300 SMR en las próximas décadas. Corea del Sur ha anunciado la reactivación de su plan nuclear, etc.
Sin duda, la taxonomía contribuirá a que Europa no reme a contracorriente.
Como consecuencia del calentamiento global hay que abandonar el uso de combustibles fósiles. ¿Qué ventajas ofrece la energía nuclear en la transición energética?
La lucha contra el cambio climático, junto con las necesidades crecientes de energía, es probablemente el mayor desafío al que se enfrenta la humanidad y requiere una acción coordinada de todos los países y la utilización de todos los medios disponibles. Ésta es una lucha de todos y un reto para dejarles un mundo en condiciones a nuestros hijos.
La contribución de la energía nuclear ala cesta de generación y su capacidad firme ante la variabilidad del suministro de las energías renovables (junto a su carácter de energía no emisora de CO2) es un elemento fundamental para la descarbonización de la economía sin comprometer la garantía de suministro.
Es imperativo que se reconozca el papel clave de las centrales nucleares en la producción de energía de base que complementa y respalda el crecimiento de las renovables. Desde la Sociedad Nuclear Española denunciamos la falsa dicotomía de “o las unas o las otras” y defendemos, en base a los criterios técnicos y científicos y con la solvencia que nos da ser los profesionales de esta industria, que son el binomio perfecto para alcanzar una cesta energética independiente, competitiva y sostenible(tanto a nivel económico como en el cumplimiento de los objetivos europeos parala reducción de emisiones).
La estrategia energética es un asunto dela máxima importancia y requiere decisiones basadas en datos científicos contrastados. Si el gobierno se equivoca en el proceso de transición energética, pondremos en riesgo el bienestar de las próximas generaciones y pagaremos las consecuencias durante décadas.
Por otra parte, no hay duda que las centrales nucleares pueden funcionar más allá del plazo de cierre establecido. ¿Se necesitaría un nuevo marco regulatorio?
La fecha de caducidad de una central nuclear es un mito que sólo se sostiene por parte de los que buscan argumentos fáciles y sin razonamiento técnico pero que buscan el temor de los ciudadanos. Una central nuclear puede funcionar mientras se demuestre que está en condición segura para hacerlo y en España quien da ese aval es el Consejo de Seguridad Nuclear. Dicho esto, como profesionales nucleares y en base a nuestros conocimientos técnicos y experiencia del sector, avalamos el funcionamiento seguro de las centrales nucleares de este país y su capacidad para continuar operando a largo plazo sin que exista ningún límite legislativo o técnico que lo impida.
La fecha de cierre del parque nuclear es un debate que se fundamenta únicamente en criterios políticos y fiscales, no técnicos. Países como EEUU y Francia están ampliando la vida de sus reactores hasta los 60 años e incluso 80 años en algunos casos. La operación más allá delos 40 años de las centrales no supone un reto tecnológico ni económico y es, ya, una realidad en muchos países.
En un proyecto de Estado responsable que tenga como objetivo luchar contra el cambio climático y avanzar en el camino hacia la descarbonización limitando las emisiones de manera competitiva, no se puede prescindir de la energía nuclear. Pero el futuro de la energía nuclear pasa por su viabilidad económica y competitiva a largo plazo y para ello las empresas necesitan también unas políticas consistentes y estables. Para mantener la vida y aportación de nuestras centrales, es imprescindible un marco económico, fiscal y regulatorio estable y adecuado que permita la continuidad del parque nuclear en España. Todo ello se traduce en una reclamación de voluntad política, criterio técnico y toma de decisiones.
¿España se acerca al punto de “no retorno” en su plan para cerrar las nucleares?
España, a pesar de lo que nos dicen, no puede permitirse el lujo de prescindir de la energía nuclear, teniendo claro además que mantener el parque nuclear español operativo y continuar apostando por el crecimiento de eólica y solar es perfectamente compatible y, sobre todo, lo más razonable.
Los ciudadanos, en este complejo contexto que nos ha tocado vivir y con un encarecimiento de precios que no parece haber tocado techo, nos hemos hecho más conscientes de lo que es la generación eléctrica. De dónde sale la electricidad que llega a nuestras casas, a nuestras empresas y que nos permite continuar con nuestra vida. Si a día de hoy, consiete centrales nucleares funcionando las 24 horas del día, los siete días de la semana, la situación en España ya preocupa lo suficiente como para que se hable de planes y medidas para hacer frente al próximo invierno, piensen en cómo sería prescindiendo de 20% del total, que es lo que aporta el parque nuclear español a nuestro sistema eléctrico. Un 12% antes de 2030 de acuerdo al calendario de cierre previsto.
Apagar las centrales nucleares en los próximos 10 años como estableció el gobierno es un sinsentido en un marco de escasez energética como el que tenemos que no se sustenta en ninguna argumentación técnica. Es ir a contracorriente e imponernos decisiones que nos van a impactar directamente.
La primera fecha de cierre está fijada para 2027. Si no nos damos prisa, si no exigimos muy pronto a este gobierno que deje la demagogia de lado, no estaremos a tiempo de reaccionar y en pocos años perderemos una parte de la electricidad que nos llega a todos; perderemos puestos de trabajo y perderemos una industria competitiva que se ha ido configurando en España.
No nos gusta que nos engañen y si algo tiene el mundo en el que vivimos es el acceso a la información. Nosotros, por nuestro trabajo, conocemos bien las centrales nucleares y como profesionales nucleares nos consideramos una voz más de las muchas que se pueden escuchar; pero no somos la única que ahora mismo está defendiendo la continuidad del parque nuclear español.
A los ciudadanos nos corresponde hacer un esfuerzo y ajustar nuestro consumo, asumir el incremento de costes y aceptar el complejo contexto que nos ha tocado vivir, pero a nuestros gobernantes debemos exigirles que se pongan de nuestro lado y que, dejando la ideología a un lado, entiendan que obligarnos a prescindir de un recurso como las centrales nucleares es penalizarnos sin ninguna razón, obligarnos a todos los españoles a salir perdiendo.
Como decía al principio, el gobierno se niega a aceptar los datos científicos que demuestran el impacto de la energía nuclear en el medio ambiente, cataloga a nuestra ciencia y tecnología como “populista” y no entiende la necesidad de alargar la vida de nuestros rectores para conseguir garantía de suministro, mayor grado de independencia, objetivos de descarbonización y competitividad económica.
Divulgar y dar a conocer lo que estamos apunto de perder es la batalla que libramos en la SNE, y no cesaremos hasta que el mensaje sea bien entendido por la sociedad y hasta que los hechos científicos se impongan sobre la ideología política.
La nuclear suma varias décadas generando de manera continuada más del 20% de la energía consumida en España.
El calendario de cierre del parque nuclear español contempla la reducción de, aproximadamente, 4 GW de potencia instalada entre 2027 y 2030 (Almaraz 1 y 2, Ascó 1 y Cofrentes). Eso supone perder un 12% de la electricidad generada en nuestro país.
2023 será un año clave para España, ya que es momento de revisión del Plan Nacional de Energía Clima para ver si se están cumpliendo los objetivos marcados, analizar si el marco económico y geopolítico requiere un cambio de rumbo y adoptar las medidas necesarias para adaptarnos a la situación actual.
Si no somos capaces de adaptar nuestra estrategia energética a la situación de crisis energética mundial, estaremos poniendo en riesgo el bienestar de los españoles durante las próximas décadas.
La revisión del PNIEC en 2023 es esencial. Y antes de pedir una vez más a los españoles que hagan un esfuerzo, uno más por limitar sus consumos, su generación de emisiones, su huella de carbono, pagar sus facturas. Por favor, pongamos sobre la mesa qué pierden los españoles con el cierre de su parque nuclear, en perfecto estado para operar al menos 20 años más.
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